Javier García Cellino abandonó momentaneamente la poesía para probar suerte con la novela ¡y la tuvo! Con
Circulos de tiza ganó en 2008 el
premio Letras Cortas que convoca Septem ediciones. Envuelto en el formato de una novela policiaca, nos permite dar un vistazo a la realidad pasada y presente del concejo.

La novela, que comienza de forma un tanto abrupta,(nos introduce de golpe en la escena), no sigue un orden cronológico. La primera parte (a la que llama sencillamente UNO) transcurre en unos pocos días; no sabemos el año exacto pero podemos deducir que sea hacia 1979-80- Aquí nos explica los motivos por los que Julio Colinas, el protagonista llega a la comisaria de Nalón, ciudad en la que vivió de niño.
En la segunda (DOS), hay un salto atrás en el tiempo, hacia los años 50. Julio recuerda su infancia: la llegada a Nalón, el primer día de colegio, los amigos y su juego preferido -policías y ladrones -, el primero de mayo. Esta parte acaba con la muerte de su padre. Estos recuerdos tendrán mucho que ver con la investigación que tendrá que llevar a cabo nuestro protagonista.
En TRES (la última parte, con el mismo número de hojas que la suma de las dos anteriores)– , han transcurrido 18 años desde los sucesos de la primera parte. Es aquí donde realmente ocurren los hechos sobre los que gira la novela –la aparición de un cadaver descuartizado en el vertedero municipal y la investigación que Julio Colinas, comisario accidental, tendrá que llevar a cabo. Todo ello en un lapso de tiempo no superior a una semana.
El autor juega muy habilmente con los diferentes planos temporales, coincidentes con las tres partes del libro –independientes pero complementarias. Donde creo que el libro falla un poco es en la resolución de la investigación; el caso se resuelve algo precipitadamente.Se me ocurre que pudo tener que ver en ello la brevedad obligada de la novela (recordemos que el premio se llama Letras Cortas).
Ese mismo juego de contraposición y complamentariedad de la que he hablado, se da en otro aspecto de la obra; la que tiene de reflejo (y crítica o reflexión) de la situación del concejo y las cuencas mineras.
La parte II no habla solo de la infancia de Julio sino que a través de sus recuerdos podemos conocer el concejo en los años 50. La afluencia de inmigrantes que venían en busca de trabajo; el problema de la vivienda; la insalubridad de uno de los ríos que atravesaba la Felguera; el sistema de compra –mediante el fiado-para la mayoría de las personas y la crudeza del trabajo en la mina o la maldición de los accidentes mortales.
En la última parte plantea los problemas que atraviesan las cuencas en la actualidad: la falta de trabajo; no existe tejido industrial que sustituya a las grandes empresas siderúrgicas y mineras. Ahora son los de aquí los que tienen que irse; se cuestionan las prejubilaciones. El discurso de inauguración del hotel rural es una buena síntesis de lo que debería ser la dirección a seguir. Pero además, aquí va oponiendo los recuerdos que ha evocado a los momentos y actos que lleva a cabo. Todo ello de forma sutil y sin que en ningún momento resulte forzado.
Me pareció una novela muy bien estructurada que hubiera mejorado si la resolución del caso hubiera sido algo más pausada. Es además un buen retrato de la situación de las cuencas en la actualidad.