lunes, 4 de octubre de 2010

Archivera, que no archivadora

Recupero el que iba a ser el comienzo de mis memorias laborales y que explica, con algo de humor, los problemas a que me enfrento (nos enfrentamos quienes trabajamos en archivos) cuando tenemos que explicar cual es nuestra profesión:


(...) Y para empezar se me ha ocurrido ir a los problemas de identidad que mi profesión me genera. Al modo de las reuniones de alcohólicos que vemos en las películas americanas yo tendría que decir: Hola, me llamo L. y soy archivera. AR-CHI-VE-RA; ni “archivadora” ni “archivadera”, ni “la del registro”; tampoco dirijo el” Registro” ni “Archivos”. Estas son las denominaciones más habituales y me temo que la forma correcta es la menos frecuente.

Esta soy yo diciendo: SOY ARCHIVERA, AR-CHI-VE-RA Pero los “problemillas de definición” se mantienen fuera del horario laboral, cuando, por algún motivo tengo que indicar mi profesión. Aún recuerdo cuando hace algunos años decidí solicitar una tarjeta de unos grandes almacenes (esos en que todos pensamos)- Había que cubrir unos formularios y facilitar un montón de datos – lo del papeleo no es patrimonio exclusivo de la administración-. Al llegar al punto en que me preguntaron: ¿profesión? Contesté: archivera - ¡lo que soy! - No sé si harán cargo de la cara de extrañez de la persona que me atendía: ¿Cómo? Volví a repetir: archivera, trabajo en un archivo en (nombre de la administración en que trabajo) Tras oír mi aclaración, su rostro se relajó algo y la casilla correspondiente quedó cubierta de la siguiente forma: Funcionaria. Me sentí como el del anuncio cuando dice: ¡Vale! ¡Admito pulpo como animal de compañía! (Sobre esto del funcionariado volveremos en otro post, capítulo o lo que sea)

No se crean que esto acaba aquí. La misma reacción de desconcierto que tuvo el empleado o empleada del Corte Inglés (y no estoy siendo políticamente correcta y utilizando un lenguaje de género sino que no recuerdo si era hombre o mujer) suele producirse cuando conozco a alguien. Algunos son sinceros y me preguntan algo que traducido vendría a ser: Vale, pero ¿qué es lo que haces en el archivo? Otros confunden el archivo con la biblioteca; a ellos les diré que ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS, JUNTOS PERO NO REVUELTOS. Somos profesiones y tenemos objetivos distintos, aunque podamos tener parcelas comunes. Por último están los que no preguntan, más porque no se atreven que porque tengan una idea clara de a lo que me dedico.

¿Cuál es la conclusión que se extrae de todo esto? Pues que salvo familiares y amigos cercanos de quienes nos dedicamos a los archivos, el resto no suele tener ni idea de lo que significa nuestro trabajo. Lo que nos lleva a establecer una nueva conclusión: Los archivos, por desgracia, siguen siendo algo completamente desconocido para la mayor parte de la gente. Mientras no consigamos que los sientan como algo cercano ¡Seguiremos con muchos de los problemas que nos aquejan!

Para terminar y relajar un poco este tono de sermón que me salió, un par de anécdotas que reflejan la imagen que se tiene de los archivos:
Cuando me hice cargo del archivo –hace muchos, muchos años -había destinada al mismo una limpiadora cuya máxima era “¡Bah!, en los archivos siempre hay polvo “. En compensación, se dedicaba a “brillar” el teléfono y a pulverizar con ambientador las dependencias del archivo, con tanto ahínco que alguna vez me sentí como si me estuvieran fumigando.

Hace bastante menos, un trabajador municipal, dijo de mí, aludiendo a mi forma de vestir, que “[…] no parece una archivera.” Y su halago, que como tal fue dicho, me hace pensar en la imagen estereotipada que sale en las películas. (Durante el traslado del archivo, vestida con una especie de esquijama gris y una bata azul claro, del estilo que usan en algunas tiendas y empresas de limpieza, tampoco lo parecía. Pero de eso hablaremos otro día)

5 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Como colega tuyo en sentido amplio (funcionario) reconozco que estáis muy mal entendidos. Es como si fuerais el desván. Y no es justo.
Cuando algún juzgado (es un suponer) solicita datos, documentos, etcétera, en muchas ocasiones se refieren a expedientes que ya no figuran en la oficina que los generó, sino que andan en vuestra jurisdicción.
Del trabajo de la archivera/o depende encontrar pronto y bien ese expediente.

Homo libris dijo...

Pero mujer, seguro que a vosotros nos os piden que sintonicéis los canales del TDT porque sois informáticos... :D Que sí, que pasa, os lo aseguro...

Me ha encantado la anécdota final... hay tanto estereotipo suelto que no hay quien se libre de "pillar cacho" de una forma u otra.

De todas formas, me alegra que recuperes el archivo... esto, el blog.

Un abrazo.

l'archivadora dijo...

AMANDO, tienes razón. Puedo asumir que para el público en general el archivo sea algo desconocido pero es que incluso sucede entre los propios compañeros de trabajo.
Hay gente en el ayuntamiento que no ha pisado el archivo en su vida y no tiene ni idea de en que consiste mi trabajo.

Hola, HOMO LIBRIS, supongo que cada profesión tiene su particular cruz y de los estereotipos no se salva nadie.
El blog ha estado un poco catatónico pero espero pnerme las pilas.

Un gustazo veros a ambos por aquí :)

Otra archivera en apuros¡¡¡¡ dijo...

Hola compañera:
¡cómo te comprendo!. Y lo qué nos queda. La imagen social de los archiveros pero sobre tood la de las archiveras, sigue correspondiendo a un mismo estereotipo. Por cierto, que yo tb. tengo un blog sobre la profesión; me gusta pensar que ambas queremos dar una imagen moderna, divertida y personal de los archivos y de nuestra profesión. Te pongo en enlace http://larchivera.blogspot.com/
Mucho ánimo; no perderé de vista tu blog¡¡¡¡

l'archivadora dijo...

Hola, Colega ya he estado visitando tu blog. Me gusta el enfoque que le has dado y veo que hemos coincidido en algunas ideas -como por ejemplo hablar sobre libros y películas en que estamos presentes.
Aquí pretendo que conozcan como es en realidad un archivo pero también acercar la historia local del concejo y hablar de algún otro tema que esté vinculado con ello.