miércoles, 28 de marzo de 2012

Full Monty

Hace tiempo que tenía pensado hablar en el blog sobre películas que de una u otra forma estén relacionadas con Langreo, su historia y su situación actual. Cauce del Nalón, con su jornada sobre cine y territorio, me ha brindado el nombre más adecuado para esta nueva sección del blog. Para inagurarla he escogido una película inglesa de 1997, que fue un éxito tanto entre la crítica como el público: FULL MONTY

La acción transcurre en Shefield, en el norte de Inglaterra, que durante los años setenta fue una próspera ciudad industrial (la película comienza con un “documental” sobre esa época) pero a la que la reconversión industrial le ha afectado duramente. ¿No les recuerda el caso de Langreo?

Nos cuenta en clave de humor como dos amigos en paro y el hijo de uno de ellos, deciden organizar un espectáculo de boys para sacar algo de dinero. Tendrán que convencer a su ex-jefe para que les enseñe a bailar y además conseguir a otros tres, dispuestos a participar en el proyecto.. Desde ese punto de vista nos brinda momentos francamente divertidos como la selección de los otros tres participantes, el “ensayo general” o su posterior detención por la policía.

No nos engañemos; el humor es la envoltura para temas mucho más duros. La forma en que el desempleo afecta a estos hombres y como eso va menoscabando su dignidad y sus relaciones familiares. El momento en que Gaz está escondido en el baño mientras tres mujeres están hablando y retocando el maquillaje es bastante ilustrativo

Las escenas en la oficina de desempleo, donde pasan el tiempo jugando a las cartas son otra sutil crítica a las “políticas de búsqueda de empleo” –Precisamente una de las escenas más divertidas y emblemáticas es el baile en la cola del paro- Los planos en que vemos las naves y talleres de la antigua fábrica siderúrgica abandonadas, y en ruinas, nos hablan también de ese deterioro económico.
Una película muy recomendable, no solo porque trata un tema que nos resulta muy próximo –los efectos negativos de la reconversión industrial – sino por la calidad tanto de sus actores-la fama de que gozan los británicos es totalmente merecida- como del guión. 

miércoles, 21 de marzo de 2012

Así somos, así nos ven

¿Tiene algo que ver la imagen que se da en libros y películas, de los archivos y archiveros con la realidad? Trataré de responder a esa pregunta en la sección que estrena hoy el blog: Así somos, así nos ven.

Inauguro la sección con las referencias extraídas de una novela policiaca escrita en 1924 por Edgar Wallace.

Hay en Scotland Yard un hombre que vive completamente en el pasado.Habita entre montones de periódicos polvorientos, encuentra su placer en el recuerdo de los casos olvidados, y puede recitar al detalle todos los incidentes, todos los testimonios y pruebas de generaciones desaparecidas. (…)

Todavía había que aclarar ciertos hechos (…)En Scotland Yard estuvo encerrado con el jefe del Record Departament (…)

Hay un individuo en Scotland Yard que no se le olvida nada. Probablemente conocerás a nuestro viejo amigo de la barba blanca y los lentes de concha que está constantemente encerrado en el Record Office recogiendo datos de todos los procesos.

Muchos de mis datos los he obtenido del Record Departament, de Scotland Yard (…)
(Wallace, Edgar: El misterio de los tres robles)

La imagen que se da del archivero es típica y tópica: lentes de concha, encerrado en el archivo, rodeado de papeles polvorientos, viviendo en el pasado …
Me ha sorprendido  la mención expresa a la existencia del Archivo Central de Scotland Yard y  al papel desempeñado para ayudar a Socrates Smith -el detective aficionado, protagonista de la novela- a resolver el misterio (EL ARCHIVO COMO FUENTE DE INFORMACIÓN); es la primera vez que veo una mención expresa.
   También me ha llamado la atención que no tradujeran la palabra Record –que en inglés significa archivo administrativo- quizás porque hasta hace pocos años, la vertiente historicista de los archivos era la que pesaba en España.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Mujeres a la calle

  La semana pasada buscaba un tema para actualizar el blog; por aquello de que cuando lo hacía  era el Día de la mujer trabajadora, me proponían que buscara alguna calle langreana que tuviera nombre de mujer y hablara sobre ella. Me gustó la idea.

  Tras dar una ojeada al callejero llegamos a la conclusión de que apenas hay calles con nombre de mujer; exactamente son: María Muñoz Planas, en Barros; Eugenia de la Reguera, Esperanza Martinez, Santa Eulalia, Dolores Ibarruri “La Pasionaria” y Pepita Fernández Duro, en La Felguera; Isabel la Católica, en Sama. Junto a ellas, Rosario Felgueroso y Dolores Fernández Duro dan nombre a los parques de Ciaño y de La Felguera.
Carboneras en el valle del Nalón (foto sacada de aquí)
No podemos por menos que pensar que el callejero langreano es bastante machista; más aún, tras comprobar que entre los  nombres de calles concedidos en los últimos años, solo figura  una mujer, Dolores Ibárruri. A la vista de estos resultados, y teniendo en cuenta que estamos en una época en que se toman continuas medidas contra la discriminación –aplicación de cuotas, discriminación positiva, lenguaje no sexista, etc- resulta paradójico, que excepto la ya citada, el resto de calles dedicadas a mujeres  lo fueran hace más de 30 años.

  No pretendo con este escrito reivindicar que llevemos la paridad al callejero (sobre todo que no la forcemos)  pero sí que nos planteemos cual ha sido el papel que ha jugado y sigue jugando la mujer en la sociedad y la historia langreana. ¿No existen pintoras, escritoras, atletas u otras que  merecen ser reconocidas?

  Me parece buena idea hablar sobre las vidas  (de esas mujeres) que dieron nombre a nuestras calles pero he descubierto que apenas sé nada sobre algunas de ellas: ¿Alguien conoce la historia de la curandera, Eugenia de la Reguera o de la maestra Esperanza Martínez? ¿Se animan a compartirlo con nosotros?

viernes, 2 de marzo de 2012

Perdiendo los papeles

Es difícil escribir con sencillez y amenidad sobre cuestiones “técnicas” relacionadas con los archivos; probablemente por ello llevo casi desde el inicio del blog sin hacerlo. No quiero demorarlo más y hoy voy a hablar sobre algo que es la base sobre la que se asienta cualquier archivo (o proyecto de gestión documental) La organización

El diccionario de la R.A.E. define organización como: 1. Acción y efecto de organizar u organizarse 3. Disposición, arreglo, orden. Es por esta segunda acepción por la que normalmente hablamos de “ordenar papeles” cuando en realidad nos referimos a organizarlos o clasificarlos.

Es un error común pensar que la documentación en el archivo se organiza por materias, al estilo de las bibliotecas. A las diferencias entre ellas y los archivos de las que habíamos hablado añadimos una nueva: bibliotecas y centros de documentación se organizan según un sistema de clasificación predefinido la Clasificación Decimal Universal en las bibliotecas o los thesauros en los centros de documentación-

En los archivos el sistema de clasificación se crea a “posteriori”, tras estudiar la documentación y teniendo en cuenta los principios de procedencia (quien genera el documento) y el respeto al orden original (la forma en que se crean). Es el archivo quien manda; tenemos que escucharle. Digamos que el cuadro de clasificación es como el mapa que nos permite orientarnos en el territorio que son los fondos documentales.

¿Qué requisitos debe tener el sistema de clasificación? Debe ser estable, no podemos estar cambiando continuamente el criterio pues eso llevaría a confusión o pérdidas de documentación; debe ser objetivo -no se trata de que implante un sistema creado por mí que el resto desconoce y tan solo yo sé manejar. Debe ser accesible, para que cualquiera persona pueda manejarlo. Siempre pongo el ejemplo de la guía telefónica; todos la sabemos manejar porque cumple los requisitos antedichos.

Al pensar en los criterios de clasificación debemos buscar además un sistema que nos facilite disponer con rapidez de la documentación y tener agrupados los documentos que son iguales (del mismo tipo)- el chiste de Forges es bastante ilustrativo – El sistema de organización funcional es el que mejor responde a todas estas.

Habrá quien pueda decirme que el criterio “orgánico” –clasificar según el órgano (o persona) que genere el documento es el adecuado. Pensad en los continuos cambios que se producen en ayuntamientos, consejerías y ministerios. Tan pronto tenemos una consejería (o concejalía) de infraestructuras como de obras; servicios sociales está unido a sanidad o a régimen interior; ect. ¿Y si no sabemos o recordamos su nombre?

Un ejemplo más claro: quizás no recordemos el nombre de quien fue gerente o director de un banco, hospital o empresa en tal fecha pero estamos seguros de que siempre existe  un cargo directivo (función de dirección) . Así que será más lógico utilizar este último a la hora de establecer los criterios. Recordad que la clasificación es la llave que nos permite entrar en casa (o localizar los documentos que necesitamos)