domingo, 13 de febrero de 2011

Separar el grano de la paja

Creé este blog entre otros motivos porque de forma paulatina el trabajo se iba filtrando en el otro, que gira en torno a los libros y la lectura. Intentaba separar ambos mundos; intento inútil porque, tal como comentaba aquí y aquí, se entremezclan continuamente.

A veces mientras estoy leyendo una novela, encuentro párrafos que me hacen pensar en asuntos relacionados con el trabajo. Eso fue lo que pasó con Ángulo de Reposo, de Wallace Sterne (un excelente libro, que aprovecho para recomendarles) en más de una ocasión.

La cita que transcribo a continuación me hizo sonreir y asentir porque es algo que todo investigador (o historiador) sabe pero que en muchas ocasiones sorprende -y desalienta- a quienes se enfrentan por primera vez a un trabajo de este tipo.


He oído a editores (…), quejarse de que tiene que leerse un centenar de
originales malos para encontrar uno bueno. Como yo he practicado el oficio de la
Historia, no me dan ninguna pena. Un historiador tiene que mirarse mil
documentos para encontrar un dato que le sea útil
. Si trabaja con
correspondencia, como yo ahora, y con la correspondencia de una mujer, para
empezar, para dar con sus islotes de información tendrá que ir vadeando una
desalentadora ciénaga de recetas, detalles sobe quehaceres domésticos,
enfermedades infantiles, visitas sin importancia, conversaciones intrascendentes
con personas desconocidas para el historiador y la relación de lo que hizo ayer
quien escribe la carta.

(Sterne, Wallace: Ángulo de Reposo)

2 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Creo que en todos los ámbitos sucede algo por el estilo. También en la creación. Ocurre que la impaciencia nos puede.

l'archivadora dijo...

Pues si, Amando, a veces se nos olvida que todo lleva un proceso y que necesita un tiempo de maduración.