viernes, 18 de marzo de 2011

Lugares y palabras (II)

Vista del paseo central del Parque Dorado (sacada de aquí)

Monumento a los mineros situado en el parque Dorado (fotografía sacada de aquí)

(…) En Sama se encendían por la noche faroles de petróleo para alumbrar a los transeúntes. En la Pola, ni soñarlo siquiera. En Sama se comía carne fresca todos los días. En la Pola, salada todo el año. Excepto cuando a algún vecino se le antojaba sacrificar una res y vender una parte de ella. En Sama había ya un café con mesas de mármol. En la Pola, sólo algunas tabernas indecorosas. Por último, y ésto era lo que causaba más admiración y envidia entre nosotros, en Sama se había abierto recientemente nada menos que un paseo con docena y media de castaños de Indias puestos en dos filas y ocho o diez bancos de madera pintados de verde, donde los particulares se repantigaban todos los días para leer las gacetas de Madrid. Para llegar a tal grado de civilización era necesario que los lavianeses aunaran sus esfuerzos. Esto se repetía sin cesar en la Pola

(Palacio Valdés, Armando: La Aldea Perdida)

2 comentarios:

Amando Carabias dijo...

¿A qué Pola se refiere Armando Palacio Valdés...?
Supongo, por el gentilicio de lavianeses, que será a Pola de Laviana.
La gran pregunta de siempre: la llegada de la civilización implica mejoras y comodidades en la calidad de vida cotidiana, y eso siempre se desea.

l'archivadora dijo...

A Pola de Laviana. Es cierto que en Asturias hay muchas Polas (de Lena, de Laviana, de Siero,de Somiedo) y puede dar lugar a confusión.

En el libro -tengo que incluirlo en la biblioteca del archivo- se presentan claramente las dos posturas. La de quienes desean y hablan de los beneficios del progreso y de quienes quieren que las cosas no cambien.