Al comienzo de nuestra amistad, Ira me enseño tres hojas de papel, con el encabezamiento: “Algunas sugerencias concretas para uso de Ringold”, (…): “Primero: ten siempre un diccionario a mano, que sea bueno y con muchos antónimos y sinónimos, incluso cuando escribas una nota para el lechero. Y úsalo. No te tomes a la ligera la ortografía y la precisión del significado, como te has acostumbrado a hacer. Segundo: escribe siempre a doble espacio, a fin de permitir la interpolación de ideas posteriores y correcciones. No me importa que eso no se acostumbre a hacer en la correspondencia personal: lo que importa es la exactitud de la expresión. Tercero: no amontones tus pensamientos en la página mecanografiada: Cada vez que te ocupes de una nueva idea o amplíes lo que ya has expuesto, inicia un nuevo párrafo. Tal vez el texto parecerá un tanto espasmódico, pero será mucho más legible. Cuarto: evita los clichés. Aunque tengas que darle la vuelta, expresa algo que has leído u oído citar con frases distintas de las originales. Una de tus frases de la otra noche en la sesión de la biblioteca puede servir de ejemplo: “Expondré brevemente algunos de los males del presente régimen…” Eso lo has leído, (…), y no es tuyo, sino de otra persona. (…)
(Roth, Philip: Me casé con un comunista)
2 comentarios:
Pues cuánta razón tiene (que haya abandonado la lectura de "La Mancha Humana" no tiene nada qué ver).
Me he fijado especialmente en la última recomendación, y se la deberían aplicar todos los periodistas de este país, tan acostumbrados a repetir frases de otros, hasta que parece que tienen entidad propia.
Por ejemplo, las celebérrimas "antiguas pesetas" que han venido a sustituir a la "pertinaz sequía".
pd. Nunca es tarde para comentar ¿no?
Perdón por el retraso en contestar pero en agosto estuve "off". El lenguaje periodístico es cada vez peor además de contagioso. ¿Te has fijado en que ahora todo se apertura o se demanda? Y lo de lideresa está también a la orden del día.
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