El 31 de marzo se cumplian diez años del fallecimiento de Eduardo Urculo, uno de los representantes más importantes del arte pop en España. Aunque nacido en Santurce, vivió durante su juventud en Langreo y fue este ayuntamiento quien le dotó con una beca para estudiar Bellas Artes en Madrid.
Conocí la obra de Urculo mucho antes de imaginar que formaría parte de la plantilla municipal langreana. Se trataba de una exposición organizada por la Caja de Ahorros de Asturias en la vieja sala de su sede ovetense (había que entrar a ella por un pasadizo). Me sorprendió el colorido de sus cuadros –piernas de mujer, frutas y también alguna vaca.
Faltaba aún tiempo para esos cuadros en torno al viaje y la despedida: maletas sobre las que se apoyaban una gabardina y un sombrero (elipsisis del propio pintor). O esos retratos en que aparecía sus silueta de espaldas, a veces, multiplicada.
El ayuntamiento de Langreo cuenta con algunas obras de este autor en su colección; corresponden a sus primeras épocas. Una de las que más me gustan y que corresponde a sus inicios –un expresionismo negro- es Familia de Mineros. No sé muy bien por qué motivo, pero me venía a la mente este invierno, mientras visitaba la exposición de Maria Blanchard en el Reina Sofía.
Además de pintor, Eduardo Úrculo se dedicó también a la escultura; en Oviedo hay varias muestras de sus obras: en la zona del Milán, Los libros que nos unen; frente al teatro Campoamor, su Culis Monumentalibus -familiarmente conocido como "El culo" y en la plaza Porlier, El viajero -una de mis esculturas favoritas de todas las que están repartidas por la ciudad ovetense.
No hay comentarios:
Publicar un comentario