miércoles, 24 de noviembre de 2010

La mezcla de los mundos (II)

Si algo bueno tiene que casi nadie lea un blog es que no importa demasiado que no actualices con la periodicidad que tenías pensada -en este caso, semanalmente. Aún así y dado que aún tardaré unos días en poder preparar las entradas que tenía pensadas, publico esta otra que vió la luz en mi otro blog y en la que explico que:

Aún cuando intentemos parcelar las diferentes areas de nuestra vida, terminan por mezclarse las unas y las otras. Así, mi afición a la literatura asoma en mi trabajo.
(...) es inevitable que unos aspectos de nuestra vida influyan o se reflejen en otros. (...) como esos dos mundos –el laboral y el “literario”- conviven y se mezclan inconscientemente.

Tras leer un par de artículos que le había enviado, R me comentaba que en ellos se traslucía mi afición a la lectura. Efectivamente, en ambos había referencias literarias a pesar de que los temas sobre los que versaban eran totalmente ajenos.

Luego me di cuenta de que también recurro a los libros cuando tengo que hablarle a cada nuevo auxiliar o a los alumnos en prácticas, sobre la organización de los expedientes. Suelo decirles que lo mismo que no podríamos leer un libro cuyas páginas estuvieran mezcladas y desordenadas, con ellos sucede lo mismo y que “también se leen" desde el principio hasta el fin.

Hace dos semanas, durante una visita de estudiantes de E.S.O. nuevamente emergió mi yo lector. Quería que comprendieran que "los papeles viejos” contienen su identidad y su historia. Casi sin pensar, convertí a los expedientes en relatos. Les expliqué que cada uno de ellos nos cuenta una historia; a veces sencilla -que Fulanito quiere abrir un bar o Menganito construir una vivienda- otras, más complejas y en ocasiones son vendettas (las denuncias entre vecinos dan lugar a verdaderos culebrones).

Mi afición a la novela negra queda al descubierto cuando comparo la investigación histórica con el trabajo de un detective. También nosotros tenemos que analizar las pruebas e interrogar a los “ testigos” (los documentos) y tampoco nos libramos de que a veces el testigo no quiera hablar, las pruebas sean solo circunstanciales o que aunque “nuestra intuición nos diga cómo sucedieron los hechos no podamos probarlo.

Sobre la influencia inversa ya hablé aquí

4 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Como un día te dé por archivar, como si escribieras Rayuela, algún investigador del futuro -o un juez- puede acabar pelín confuso... :)
Tienes razón.
Por cierto, cuando tenga que enviar a cierto Ministerio, cierta contestación, a cierto expediente, pienso hacerlo como si escribiera un relato... ¡Se van a enterar! grrr...

l'archivadora dijo...

Pues ahora que lo dices, a veces me encuentro con expedientes "Rayuela". ;)

loquemeahorro dijo...

Hola, como yo también soy seguidora del otro blog, no sé qué decir que no dijera entonces.

Bueno, no sé si lo dije, pero a mí a veces me gusta comparar algunas cosas de mi trabajo con mi (también) afición a la literatura/cine negros.

De ilusión también se vive :-)

l'archivadora dijo...

Loque, me salgo un poco del tema para decir que también soy muy aficionada al cine negro. Y que en las series policiacas (y películas) me fijo en que siempre hay que ir al archivo. Y siempre tienen allí al policía a punto de jubilarse o al que hay que castigar. ;)