Aunque nos cueste imaginarlo, los fonógrafos supusieron en su día un impacto tan grande como puedan ser ahora las tablets o las pantallas digitales. Es impensable intentar leer uno de esos cilindros en que se grababan los sonidos. Pero tampoco tenemos que remontarnos tan lejos ¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de leer uno de esos diskettes que probablemente sigan rondando por casa?¿O cuantas veces cuando cambiamos de ordenador nos encontramos con que algunos de nuestros archivos (files) no pueden ser abiertos por los programas actuales?
Frente a este “pequeño” inconveniente, seguimos pudiendo consultar y leer documentos que tienen cuatrocientos o más años. ¿Qué necesitan unas determinadas condiciones de conservación? Por supuesto, pero también los documentos electrónicos. Cuando aboguemos por la digitalización y la eliminación del papel, recordemos que estos factores deben ser tenidos muy, muy en cuenta
Dejo para otro momento ahondar en esta cuestión -realmente importante- para tocar la segunda cuestión que plantea el texto; también fundamental e igualmente olvidada, en muchas ocasiones, la recuperación de la información o documentos digitalizados.
(…) NO HE PREVISTO EL MODO DE LOCALIZAR UNA PARTE CONCRETA EN CASO DE QUERER ESCUCHARLA?
Ese mismo despiste se sigue dando en la actualidad. Conozco algún caso en que se digitalizan documentos sin que se haya habilitado ningún sistema de recuperación para buscar “una parte concreta” tal como le había pasado al doctor Morris. Más de una vez he tenido que oir como me decían que con la administración electrónica, mi trabajo ya no tendría razón de ser. Siempre respondí que trabajo con documentos, independientemente del formato que tengan estos, y entre mis funciones está evitar que cosas como las que le pasaron al buen doctor o a algún otro, no sucedan.
Volveré sobre estas cuestiones, interesantes a la par que importantes. Pero ¿a qué ya entienden el por qué me vino el archivo a la cabeza?
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